Crónica de los brotes de las encefalitis equinas en México
Antonio Morilla González y Diodoro Batalla Campero
Contenido
Es difícil
determinar cuando aparecieron las encefalitis equinas en México. Desde la
década de 1930 se reportó que hubo brotes de encefalitis equina en zonas
tropicales de América (Albornoz
1935; Beck y Wyckoff 1938). Téllez-Girón y Valdés-Ornelas (1941) escribieron refiriéndose a la Encefalitis
Equina del Este que “parece que la epizootia se inició sobre una franja de
territorio de 35 Km al sur del Rio Bravo y luego avanzó hacia el sur. La zona
afectada comprende los Municipios de Camargo, Reynosa, Matamoros y San Fernando
del Estado de Tamaulipas. Esta era una rica zona agrícola en la que los
caballos y las mulas eran los únicos medios de tracción en las labores de
campo. Se ha distinguido como productora de ganado mular”. Apareció en el mes
de marzo, aumentó la intensidad de la epizootia en abril, mayo, junio y empezó
a declinar a finales de junio. Ese brote involucró más de 4000 equinos y
aparentemente provenía del sur de Texas. En 1949 apareció otro brote de Encefalitis
Equina del Este que involucró 10 equinos en el Municipio de Tepalpa, Jalisco
(Méndez y Beltrán, 1950). Para 1960 se encontraron anticuerpos en humanos que
vivían en Champotón, Campeche y en 1963 se pudo aislar el virus de la
Encefalitis Equina Venezolana de hámsters centinelas y de mosquitos. Para 1965
hubo un caso humano de encefalitis equina venezolana que había ocurrido en
Jaltipan que es un pueblo que se encuentra cerca de la costa del estado de
Veracruz, inmediatamente después de la época de lluvias (Scherer et al., 1964; Zárate et al., 1971).
En 1966 después
de un huracán que afectó la zona sur de Tamaulipas y Norte del estado de
Veracruz empezaron a morir equinos. El brote de Encefalitis Equina Venezolana que
ocurrió en 1966 en el área de Tampico y norte de Veracruz fue descrito por Morilla
y de Mucha-Macías (1966).
Crónica de dos brotes de Encefalitis Equina Venezolana (1966 y 1969-1972) en México
El brote de 1966
En 1966 después
de que un huracán afectó la zona sur de Tamaulipas y Norte del estado de
Veracruz empezaron a morir equinos. A fines del mes de septiembre el Dr. Pedro
Solana Martagón director del Instituto Nacional de Investigaciones Pecuarias,
recibió la noticia que estaban muriendo equinos en la Zona de Tampico,
Tamaulipas y en la parte norte del estado de Veracruz. Afortunadamente en esa
época en el Instituto Nacional de Virología había un grupo de investigadores
que estaban trabajando los Arbovirus, liderado por el Dr. Julio de Mucha
Macías, quien había sido el director de mi tesis en licenciatura, le informé
acerca del brote y se emocionó pues era una oportunidad de estudiarlo. Fuimos al
Servicio de Salud de la SSA en Tampico, Tamps., para preguntar por casos
humanos; tuvimos que esperar al jefe; después de un rato llegó en un carro con
el parabrisas con calcomanías en paralelo que simulaba hoyos de ametralladora
como si le hubieran disparado. Nos pareció una persona poco seria y nos reímos
mucho. Platicamos con él. Cuando hablamos con las autoridades veterinarias, nos
informaron que efectivamente varios equinos habían muerto entre ellos algunos
caballos del hipódromo. Acababa de pasar un ciclón en el cual el viento había
tirado el sorgo que estaba listo para ser cosechado; había provocado una gran
cantidad de lluvia formando reservorios de agua y había muchas ratas y moscos.
Sangramos
algunos equinos y cuando regresé, en el Instituto de Virología determinamos
que tenían anticuerpos contra la Encefalitis Equina Venezolana. Para contestar
la pregunta de lo que había ocurrido volví a Tampico pero ya con los
implementos adecuados para hacer un estudio epizootiológico.
Elaboramos
trampas para atrapar roedores según el modelo hecho por el Dr. Ticul Álvarez del
IPN. El Dr. Allan Phillips nos indicó cómo sangrar las aves y cómo llevarlas
para su clasificación. Desafortunadamente no pudimos conseguir trampas para
mosquitos en el Instituto Nacional de Virología pues las estaban utilizando. Para
poder hacer el estudio epizootiológico, fui con mi hermano, que era un
aventurero. Cuando llegamos vimos los campos inundados y el sorgo caído. Los
lugareños nos indicaron dónde poner las trampas para roedores y debido a su
abundancia entraban con mucha facilidad a las trampas. Los sangramos y la
sangre la manteníamos en hielo al igual que los roedores para transportarlos.
Las aves las cazábamos por medio de un rifle que nos prestaban los lugareños
que siempre se portaron muy amables con nosotros. Sangrábamos el ave, la sangre
la guardábamos en fío y el ave en hielo. En esa época había una gran cantidad
de mosquitos pero desafortunadamente no pudimos capturarlos. Una noche que
regresábamos al hotel vimos a un grupo de personas que estaban alrededor de un
murciélago que estaba enfermo. Desafortunadamente no lo muestreamos ni
clasificamos pues no se nos ocurrió.
De regreso en el
D.F. los sueros nuevamente los trabajamos en el Instituto Nacional de Virología pues ahí
estaban todos los antígenos. Encontramos que la mitad de los roedores que
habíamos capturado tenían anticuerpos contra EEV. El Biol. Ticul Álvarez y el
Dr. Allan Phillips clasificaron a los animales y entonces se nos hizo claro
como se había exacerbado la enfermedad.
Era claro que
los virus encefalitógenos de equinos y humanos se encuentran en nichos
ecológicos en la zona costera del Golfo de México y cada vez que hay
modificaciones ecológicas como huracanes que anegan la zona, el virus sale de
su nicho y se exacerba.
El doctor A.
Díaz Nájera era un entomólogo muy importante que trabajaba con mosquitos en el
desaparecido Instituto de Enfermedades Tropicales, de la Secretaría de Salubridad
y Asistencia (SSA) que estaba junto al edificio del Instituto Nacional de
Virología. El Dr. Díaz Nájera fue a capturar y clasificar los mosquitos que se
encontraban en esa área. Los mosquitos los capturaban con trampas tipo
Chamberlain, se colectaban, se trituraban con diluente y se inoculaba en
ratones lactantes. Desafortunadamente no se pudo aislar el virus en esa ocasión
de los mosquitos ni de los roedores capturados indicando que probablemente el
virus ya había dejado de circular. Sólo se encontraron en equinos y ratas anticuerpos
contra el virus de la EEV.
Una de las
formas en que conocíamos que el virus había atacado a los caballos era verlos
siendo arrastrados por los ríos; nos informaron los lugareños que eso era
debido a la enfermedad pues los animales tenían fiebre elevada y cuando querían
beber agua, algunos ahí morían ahogados. Se calculó que enfermaron aproximadamente 1,000
equinos y 300 de ellos murieron. Esto representó un drama pues eran animales
de trabajo; en una ocasión encontramos a un campesino muy triste sentado en una
gran piedra y nos comentó que se le había muerto su mula o caballo y no podía
trabajar.
La enfermedad no
era nueva pues algunos campesinos recordaban haberla visto ocasionalmente en
los últimos veinte años, lo que nos hizo pensar que se encontraba de manera
enzoótica en esa zona.
Cuando íbamos de
regreso con las muestras de sueros, sangres, mosquitos, mamíferos y aves hacia
la Cd de México desde las montañas podía verse que otra tormenta se avecinaba
en la zona pues el cielo sobre la zona de Tampico estaba negro, pues
venía otra tormenta. Ya no tuvimos noticia de que más equinos estuvieran
muriendo.
El brote de 1969-1972
Debido a la
experiencia en Tamaulipas, en 1969 estaba yo trabajando en el Centro
Experimental Pecuario “Las Margaritas” entre Puebla y Veracruz. El Dr. Solana
me pidió que fuera a la Cd. de México al siguiente día, pues me esperaban en un
hangar para trasladarnos a Chiapas en donde les dijeron que los equinos estaban muriendo. En el
hangar mientras esperábamos llegó el Capitán muy elegante y nos dijo que lo
siguiéramos. Nos dirigimos hacía un avión muy grande y comentamos que nos
parecía un avión muy grande para sólo los 4 pero pasamos debajo del avión y
entonces vimos un avión pequeño y entonces dijimos que era mucho capitán para
el avioncito. Pues nos subimos al avioncito de cuatro plazas junto con el MVZ
Jorge Pinzón Mendizábal, el MVZ Benjamín Jara como patólogo y el Dr. Borunda de
la SSA. En Chiapas nos dijeron que habían visto equinos arrastrados por el río.
Los brotes empezaron en los equinos siguiendo las costas y en ocasiones los
encontrábamos en el altiplano.
Román et al mencionaron
que en 1969
se presentó una gran epizootia que provenía de Ecuador, Perú, El Salvador y Guatemala.
En México empezó en las localidades de La Trinitaria y La Concordia en el
estado de Chiapas, y se movió rápidamente hasta alcanzar todo el país incluso
llegó a Texas en los Estados Unidos. El último caso se presentó en 1972 en las
Islas Marías.En 1992
se declaró al país libre de la EEV (Diario Oficial de la Nación. 22 de junio de 1992).
Dos brotes de encefalitis equina venezolana se presentaron después de 1992: uno, en 1993, en Chiapas, presentándose 125 casos de los cuales 63 resultaron fatales. El otro ocurrió en 1996 en Oaxaca con 32 casos (Estrada et al., 2004; Oberste et al. 1988; 1999).
Dos brotes de encefalitis equina venezolana se presentaron después de 1992: uno, en 1993, en Chiapas, presentándose 125 casos de los cuales 63 resultaron fatales. El otro ocurrió en 1996 en Oaxaca con 32 casos (Estrada et al., 2004; Oberste et al. 1988; 1999).
Cómo se obtuvo la cepa vacunal TC-83-Solana
MVZ
Pedro Solana Martagón
En
el año de 1969, siendo presidente de la República
el Lic. Luis Echevarria Álvarez, se presentó en México proveniente de
Guatemala, la Encefalitis Equina Venezolana. La EEV era una zoonosis que
entró al
país por el Estado de Chiapas y se difundió a una velocidad extrema
hacia todas
las direcciones en el país. En el mundo no había disponible una vacuna
para
proteger a los equinos contra esta enfermedad; la agravante fue que no
solo
estaba matando a equinos, sino también había una gran cantidad de
personas enfermas y casos fatales. Por este motivo el control de la
enfermedad se debía
llevar a cabo en forma conjunta entre la Secretaría de Agricultura y
Ganadería
(SAG) y la Secretaria de Salubridad y Asistencia Pública (SSA); se
decidió que
la vacuna debía ser elaborada en Palo Alto.
En un laboratorio del ejército de los Estados Unidos tenían una cepa atenuada de encefalitis equina venezolana (TC83), sin embargo informaron que no se habían llevado a cabo pruebas suficientes para garantizar su uso como vacuna. El Dr. Pedro Solana fue comisionado para ir a ese laboratorio y obtener la cepa del virus de encefalitis equina venezolana, la cual fue proporcionada, pero con la advertencia que no se harían responsables si pudiera causar algún problema. El Dr. Diodoro Batalla había sido entrenado por el Dr. Baer en el manejo de virus y cultivos celulares, así que se le encargó que produjera un lote de vacuna, con el cual, se hicieron pruebas de inocuidad en animales de laboratorio y en equinos mantenidos en los corrales de la Unidad Central del INIP. Existía una presión muy grande, sobretodo de parte del Secretario de la SSA a quién había que reportar semanalmente en las reuniones bilaterales de ambas Secretarías, y en las que se analizaba el avance de la enfermedad, así como el número de personas enfermas y equinos muertos. También asistía el Dr. Francisco Salido Rangel que era el Director del Laboratorio de Producción de Biológicos de la SSA, quién estaba muy pendiente de lo que reportábamos.
En un laboratorio del ejército de los Estados Unidos tenían una cepa atenuada de encefalitis equina venezolana (TC83), sin embargo informaron que no se habían llevado a cabo pruebas suficientes para garantizar su uso como vacuna. El Dr. Pedro Solana fue comisionado para ir a ese laboratorio y obtener la cepa del virus de encefalitis equina venezolana, la cual fue proporcionada, pero con la advertencia que no se harían responsables si pudiera causar algún problema. El Dr. Diodoro Batalla había sido entrenado por el Dr. Baer en el manejo de virus y cultivos celulares, así que se le encargó que produjera un lote de vacuna, con el cual, se hicieron pruebas de inocuidad en animales de laboratorio y en equinos mantenidos en los corrales de la Unidad Central del INIP. Existía una presión muy grande, sobretodo de parte del Secretario de la SSA a quién había que reportar semanalmente en las reuniones bilaterales de ambas Secretarías, y en las que se analizaba el avance de la enfermedad, así como el número de personas enfermas y equinos muertos. También asistía el Dr. Francisco Salido Rangel que era el Director del Laboratorio de Producción de Biológicos de la SSA, quién estaba muy pendiente de lo que reportábamos.
Fuente: Fotografía proporcionad por el MVZ Solana
El MVZ Diodoro Batalla revisando las vacunas contra la Encefalitis Equina Venezolana antes de se distribuidas.
Dado que las pruebas de inocuidad resultaron
favorables y debido a la urgencia de probar la vacuna en un mayor número de
animales, se nos autorizó vacunar caballos en zonas infectadas. Por este motivo
el Dr. Batalla y su auxiliar el Dr. Mercado empezaron a producir lotes de
vacuna los cuales pasaron satisfactoriamente las pruebas de inocuidad pues
contenían el título mínimo viral requerido. Las muestras de los lotes
producidos se mandaban al laboratorio de la SSA en donde debían ser analizadas.
En una de las reuniones semanales el Dr. Salido Rangel informó que el lote
producido no daba el título mínimo requerido. Le contesté que yo respondía de
que las prueba hechas por nosotros eran las correctas y sugerí que se hiciera
una prueba conjunta en el laboratorio de la SSA. El Dr. Batalla asistió y el
título fue el correcto.
En un viaje en avión a Rio Verde, San Luis Potosí
hecho para verificar la mortalidad de equinos, iba el Presidente Echeverría y
el Director de Sanidad Animal Dr. Gustavo Reta Peterson. Me mandó llamar el Sr.
Presidente y me dijo “me informan que la vacuna que usted está produciendo está
matando a los equinos” le respondí que eso no era posible y si bien había
equinos muertos en donde se había vacunado, la vacuna sólo se usaba en zonas
infectadas y lo que mataba los equinos era el virus de campo. Esta información
se la había dado el Dr. Reta.
La única forma de saber si la vacuna mataba equinos
cuando se usaba en el campo era vacunando en zonas libres de virus, y como no
lo permitía hacer el Dr. Reta, hablé con el Dr. Carlos Robles, que era el
Director del Centro Experimental Pecuario Las Margaritas, en Hueytamalco,
Puebla, que era una área libre de encefalitis. Le dije “te mando vacuna de
EEV y se la pones a 30 caballos” Los caballos no enfermaron y se lo
reporté al Dr. Reta, quién se enojó, pero terminó aceptando que se usara la
vacuna en zonas libres que era precisamente donde se debía usar para crear una
zona de protección al avance del virus. En el laboratorio del Dr. Batalla se
produjeron más de 6 millones de dosis de vacuna contra la encefalitis que
sirvieron para parar el brote de encefalitis, inmunizar a la población equina
del país y evitar una nueva presentación de esta epizootia.
El brote se detuvo gracias a la vacunación con la cepa
TC-83 donada por el gobierno de los Estados Unidos y modificada y adaptada por Batalla (1995). Debido a que todos los
equinos estaban vacunados se utilizaron los
bovinos para efectuar encuestas serológicas, con buen éxito (Gallo de la Torre, et al., 1979). El Subsecretario de Ganadería en esa época era el MVZ
Gustavo Reta Petterson y él le informó al Presidente Echeverría que:
“Para erradicar
la EEV, habíamos vacunado a un total de 5.3 millones de equinos en todo el
país. A excepción de las primeras 60,000 dosis todos ellos fueron inmunizados
con vacuna producida por médicos veterinarios zootecnistas y él le propuso al
Presidente que se construyera un Laboratorio con instalaciones modernas para
producir vacunas. Debido a ese comentario se construyó la Productora Nacional
de Biológicos Veterinarios (PRONABIVE) que se inauguró el 17 de agosto de 1975
y hasta la fecha sigue produciendo biológicos veterinarios” (Reta 2012).
Algunos
veterinarios que estuvieron vacunando me comentaron: el MVZ Jorge López Morales
que en aquella época acababa de entrar a Sanidad Animal y lo mandaron a vacunar
caballos al norte del país. El MVZ Agustín Rojas Vargas me dijo que habían
estado vacunando equinos en el Estado de México para protegerlos, pero no se
habían presentado casos en su área: el MVZ Héctor Quiroz Romero me mencionó que:
“En aquella época yo era médico veterinario militar, y en septiembre de 1972 el
ejército me mandó a una zona denominada La Isla, que estaba en la cuenca del
Papaloapan en Veracruz, ya que había un brote de encefalitis en los equinos; me
ordenaron que no regresara hasta que hubiera solucionado el problema. Cuando
morían los caballos, obteníamos los cerebros y los mandábamos al MVZ Pablo
Correa en el INIP para el diagnóstico y aislamiento viral. Para el mes de
octubre la temperatura ambiental bajó por lo que hubo menos mosquitos y los
caballos dejaron de morir. Cuando regresé al D.F. ya como parasitólogo en el INIP,
tenía la necesidad de infestar con un parásito unos caballos y solicitamos
aprovechar los caballos que habían sido vacunados contra EEV. El MVZ Batalla
aceptó pero con la condición que nos vacunáramos contra la EEV, entonces nos
vacunamos todos los integrantes del Departamento de Parasitología”.
El insectario del INIP-Bautista
Por Carlos Ramón Bautista
Garfias.
Pocas personas
saben que en el INIP establecimos una colonia de mosquitos para llevar a cabo
estudios con la cepa vacunal (TC-83) del virus de Encefalitis Equina Venezolana en el Departamento de EEV dirigido por el Dr.
Antonio Morilla. Debido a la posibilidad de que la cepa vacunal TC-83
fuera transmitida por mosquitos, me enviaron al Instituto de Salubridad y
Enfermedades Tropicales (ahora Instituto Nacional de Diagnóstico y Referencia
Epidemiológicos - INDRE) a capacitarme sobre taxonomía y manejo de insectario
de mosquitos de importancia médica y veterinaria con el profesor Alfonso Díaz
Nájera, reconocido entomólogo a nivel internacional.
Después de la
capacitación en 1974, con los conocimientos adquiridos, me di a la tarea de
establecer un insectario con mosquitos Anopheles
albimanus proporcionados por el profesor Díaz Nájera. Gracias al tipo de
oficinas que teníamos y a la libertad de llevar a cabo ideas propias en el
INIP, acondicioné una de las oficinas (en las que yo mismo trabajaba) para que
tuviera la temperatura y la humedad relativa requerida para mantener a los
mosquitos. De la misma manera mandé hacer cajas especiales para dichos insectos
con recursos míos.
Durante los dos
años siguientes, mantuvimos con éxito la colonia de mosquitos. Gracias a ello,
llevamos a cabo una serie de experimentos en los que demostramos que la cepa
vacunal de EEV no era transmitida por picadura por esos insectos al ratón
lactante, independientemente de que el virus creciera en ellos.
Asimismo, pudimos inocular por vía intratoráccica ese virus en otra especie de mosquito (Culex thriambus) colectada en los alrededores de Palo Alto, especie que tampoco pudo transmitir por picadura la cepa vacunal a ratones lactantes.
Recuerdo con mucho cariño esos años del INIP, porque de dichos experimentos se obtuvieron resultados que dieron lugar a la publicación de mi primer artículo científico en una revista científica internacional” (Bautista et al., 1977).
Asimismo, pudimos inocular por vía intratoráccica ese virus en otra especie de mosquito (Culex thriambus) colectada en los alrededores de Palo Alto, especie que tampoco pudo transmitir por picadura la cepa vacunal a ratones lactantes.
Recuerdo con mucho cariño esos años del INIP, porque de dichos experimentos se obtuvieron resultados que dieron lugar a la publicación de mi primer artículo científico en una revista científica internacional” (Bautista et al., 1977).
Conclusión
- Los virus encefalitógenos de equinos y humanos se encuentran en nichos ecológicos en la zona costera del Golfo de México y Pacífico, por lo que cada vez que haya modificaciones ecológicas los virus podrán manifestarse
- La vacuna TC-83 que se había preparado para humanos y proporcionada por los Estados Unidos fue muy útil para detener los brotes en equinos.
- Debido a que la EEV se había controlado, el Departamento de EEV se transformó en Departamento de Inmunología, por lo que el insectario fue desmantelado.
Referencias
Albornoz JE. La peste loca de las bestias (Enfermedad de Borna). Colombia. Min Agr Com, Bogota. Bol de
Agr (Suppl). 1935;26:1–8
Batalla-Campero D. Adaptación, modificaciones y pruebas de campo para el desarrollo de una vacuna contra la Encefalitis Equina Venezolana (EEV). In: Trabajos de ingreso de Académicos Numerarios y Correspondientes. Ciudad de México. Academia Veterinaria Mexicana AC; 1995; p. 16–24.
Bautista Garfias, C.R.; Mercado, S. and Morilla, A. Experimental infection of Anopheles albimanus and Culex thriambus mosquitoes with Venezuelan Equine Encephalomyelitis virus, TC-83 strain. Mosquito News, 1977; 37: 15-18).
Beck CE y Wyckoff RWG. Venezuelan equine encephalomyelitis. Science. 1938; 88:530.
Estrada-Franco JG.; Navarro-Lopez R.; Freier JE.; Cordova D.; Clements T.; Moncayo A.; et al. Venezuelan equine encephalitis virus, southern Mexico. Emerg Infect Dis. 2004;10(12):2113-2121. http://dx.doi.org/10.3201/eid1012.040393
Gallo de la Torre M. ; Bautista Garfias, C.R.; Zárate.M. L.; Rosales Ortega C. y A. Morilla González. Evaluación de la respuesta serológica de los bovinos al virus de la encefalitis equina venezolana infectados en forma natural y experimental. Bol. Of. Sanit. Panam., 1979; 86: 10-19
Méndez Martínez O. y Beltrán Arreola S. Estudio epidemiológico de un brote de encefalitis registrado en el Rancho Las Piedras, Municipio de Tepalpa, Jalisco durante los meses de noviembre y diciembre de 1949. Boletín de Epidemiología, 1950; 14: 43-48.
Morilla-González A. y de Mucha-Macías J. Estudio de una epizootia de encefalitis equina de Venezuela ocurrida en Tamaulipas, Mexica. Rev Invest Salud Pub. (México). 1969; 29:3–20
Oberste MS.; Fraire M.; Navarro R. ; Zepeda C.; Zarate ML.; Ludwig GV.; Kondig JF.; Weaver SC.; Smith JF.; Rico-Hesse R. Association of Venezuelan equine encephalitis virus subtype IE with two epizootics in Mexico Am. J. Trop. Med. Hyg. 1998. 59:(1). 100-107.
Oberste, M. S.; Schmura, S. M.; Weaver, S. C.; Smith, J. F. Geographic distribution of Venezuelan equipe encephalitis virus subtvpe IE genotypes in Central America and Mexico. Am. J. Trop. Med. Hyg. 1999. 60(4):630-634.
Reta Pettersoon G. Indiscreciones de un médico veterinario zootecnista. Publicado por G. Reta P., México, 2012; pp:92-94
Román de Carlos, A., López Montelongo, C., Cervantes Sánchez, J.M.M. Epizootias que afectaron a los animales domésticos en México durante el Siglo XX Congreso Interamericano de Zoonosis pp: 1-8.
Scherer WF.; Dickerman RW.; Chia CW.; Ventura A.; Moorhouse A. and Geiger R. Venezuelan equine encephalitis virus in Veracruz, Mexico, and the use of hamsters as sentinels. Science. 1964;145(3629):274-275.
Solana Martagón P. Recuerdos del Instituto Nacional De Investigaciones Pecuarias. En Memoria del Instituto Nacional de Investigaciones Pecuarias (1962-1985). Editado por A. Morilla. 2014. INIFAP.
Téllez Girón A. y Valdés Ornelas O. La presencia del virus Este de la Encefalomielitis Equina ocurrida en el estado de Tamaulipas México en el año de 1941. Rev. del Instituto Pecuario 194;1:36-44.
Zárate M.L.; Scherer WF. and Dickerman R.W. Un caso probable de Encefalitis Equina Venezolana ocurrido en Jaltipán, Veracruz, México 1965. Salud Pública en México ; 1971; 13:97-99.
No hay comentarios:
Publicar un comentario